¿Qué sucedería si se llegara a probar que buena parte de lo que se ha estado discutiendo y exigiendo en los medios, patios de escuelas, universidades y en las calles, ya está reconocido en el ordenamiento institucional que nos rige? ¿Tendría sentido seguir protestando y con, además, estos niveles de bulla? Eso por un lado. Por el otro, ¿serviría insistir, con igual intransigencia, que no hay que dar el brazo a torcer? Por lo visto, quienes chillan algo logran. A su vez, quienes se emperran en lo de siempre, algo conservan. El lío es que con lógicas de ese tipo persistiremos en una guerra de desgaste y trinchera para rato.
De ahí que, como pocas veces antes, este sea el momento de los abogados. El "qué dice la ley" o bien, el "hagámosla cumplir". En cuyo caso, lo del lucro en la educación universitaria debiera ser cuestión zanjada. Porque lo inaudito no es que las universidades no puedan perseguir fines de lucro, sino que dicha regla, consagrada legalmente, se esquiva, atropella y no se honra. Ese el problema.
De ahí que, como pocas veces antes, este sea el momento de los abogados. El "qué dice la ley" o bien, el "hagámosla cumplir". En cuyo caso, lo del lucro en la educación universitaria debiera ser cuestión zanjada. Porque lo inaudito no es que las universidades no puedan perseguir fines de lucro, sino que dicha regla, consagrada legalmente, se esquiva, atropella y no se honra. Ese el problema.