30 nov 2011

El Estado impone su propia épica | Luis Alberto Romero

Un reciente decreto creó el Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego. De sus fundamentos se deduce que el Estado argentino se propone reemplazar la ciencia histórica por la epopeya y el mito.

El mito y la epopeya están en la prehistoria del saber histórico. Los mitos explicaban el misterio y el papel de lo divino; los relatos épicos exaltaban la acción de los héroes, entre divinos y humanos. La historia se ocupó, simplemente, de los hombres, y trató de entenderlos basándose en el razonamiento y la comprobación. En la Antigua Grecia, Herodoto y Tucídides fundaron la historia como ciencia y dejaron en el camino mitos y héroes. A mediados del siglo XIX, Wagner recurrió al mito y a la épica, pero sus óperas se representaban en los teatros; en las universidades estaban los historiadores tan notables como Mommsen.

La democracia como construcción | Entrevista a Guillermo O’Donnell por Fernando Bruno (Revista Ñ)

Guillermo O’Donnell se ha dedicado durante muchos años a estudiar temas vinculados al Estado y la democracia. Desde sus primeras investigaciones sobre el Estado burocrático-autoritario ha desarrollado diferentes conceptos teóricos que le han valido un gran reconocimiento de la comunidad académica local e internacional. Su nuevo libro Democracia, agencia y Estado. Teoría con intención comparativa recoge el trabajo intelectual de más de una década y se propone realizar “una crítica democrática a las democracias”, señalando fortalezas y debilidades con el propósito de aportar elementos que sirvan para la construcción de mejores prácticas institucionales. La motivación de este proyecto surge, según menciona el propio autor, de la constatación de que todavía se está lejos de una implantación plena de la ciudadanía en todas las sociedades contemporáneas.

El texto se sostiene sobre dos pilares fundamentales: por un lado, la idea de que el ciudadano, en tanto portador de derechos y obligaciones, debe ocupar en democracia un rol protagónico en la escena social y política; por el otro, la defensa del carácter abierto de la democracia y de las permanentes tensiones y disputas políticas inherentes a la delimitación de aquellos derechos y obligaciones. 

8 nov 2011

Movimiento estudiantil y crisis de representación | Entrevista a Gabriel Salazar

Gabriel Salazar, historiador, profesor de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Historia, es entrevistado por primera vez en la televisión abierta en un horario prime. En esta ocasión revisita los conflictos sociales y políticos de la historia de Chile y su relación con el actual movimiento estudiantil que tras seis meses de movilizaciones ha puesto en evidencia la crisis de representatividad de la democracia chilena.



1 nov 2011

La Democracia es el enemigo | Slavoj Zizek

Las protestas en Wall Street y en la Catedral de Saint Paul se parecen, escribió Anne Applebaum  en el Washington Post, "en su falta de concentración, en su carácter incipiente y, sobre todo, en su negativa a vincularse con las instituciones democráticas existentes". 

"A diferencia de los egipcios en la Plaza Tahrir", ella continúa, "con quienes los manifestantes de Londres y Nueva York se comparan abiertamente (y ridículamente), tenemos instituciones democráticas".

La lucha por la “democracia real” en el corazón de Occupy Wall Street | Michael Hardt & Antonio Negri

Las manifestaciones bajo la bandera de Occupy Wall Street hacen eco en tanta gente, no sólo porque dan voz a un sentimiento generalizado de injusticia económica, sino también, y quizás más importantemente aún, porque expresan descontentos y aspiraciones políticas. Al extenderse las protestas desde el Bajo Manhattan hasta ciudades y pueblos de todo el país, éstas han dejado en claro que la indignación contra la avaricia corporativa y la desigualdad económica es real y profunda. Pero, al menos igualmente importante es la protesta contra la falta—o el fracaso—de la representación política. No es tanto una cuestión de si tal o cual político o tal o cual partido es ineficaz o corrupto (aunque eso también es cierto) sino de si el sistema de representación política en general resulta ya insuficiente. Este movimiento de protesta podría, y quizás debe, transformarse en un verdadero proceso constituyente democrático.

El fantástico éxito de ‹‹Occupy Wall Street›› | Immanuel Wallerstein

El movimiento Ocupa Wall Street —hasta ahora es un movimiento— es el acontecimiento político más importante ocurrido en Estados Unidos desde las revueltas de 1968; es descendiente directo o continuador de esas revueltas.
  
Por qué empezó en Estados Unidos en el momento que empezó —y no tres días, tres meses, tres años antes o después— nunca lo sabremos a ciencia cierta. Las condiciones estaban ahí: crecientes penurias económicas no sólo para los verdaderamente asolados por la pobreza sino también para un segmento cada vez mayor de trabajadores pobres (alguna vez conocidos como “clase media”); exageraciones increíbles (explotación y codicia) del 1% más rico de la población estadounidense (“Wall Street”); y el ejemplo de furibundas manifestaciones alrededor del mundo (la “Primavera Árabe”, los indignados españoles, los estudiantes chilenos, los sindicatos de Wisconsin y una larga lista de otros). No importa realmente cuál fue la chispa que inició el fuego, sino que ha comenzado.

Islandia, el camino que no tomamos | Paul Krugman

Los mercados financieros están celebrando el pacto alcanzado en Bruselas a primera hora del jueves. De hecho, en relación con lo que podría haber sucedido (un amargo fracaso para ponerse de acuerdo), que los dirigentes europeos se hayan puesto de acuerdo en algo, por imprecisos que sean los detalles y por deficiente que resulte, es un avance positivo.

Pero merece la pena retroceder para contemplar el panorama general, concretamente el lamentable fracaso de una doctrina económica, una doctrina que ha infligido un daño enorme tanto a Europa como a Estados Unidos.

La doctrina en cuestión se resume en la afirmación de que, en el periodo posterior a una crisis financiera, los bancos tienen que ser rescatados, pero los ciudadanos en general deben pagar el precio. De modo que una crisis provocada por la liberalización se convierte en un motivo para desplazarse aún más hacia la derecha; una época de paro masivo, en vez de reanimar los esfuerzos públicos por crear empleo, se convierte en una época de austeridad, en la cual el gasto gubernamental y los programas sociales se recortan drásticamente.

Los saldos del siglo XX que, según el historiador Tony Judt, se resisten al olvido | Pablo Moscoso

Jorge Luis Borges, artífice de innumerables ficciones, dio hace un tiempo casi remoto con el Aleph; aquel misterioso punto perdido en un sótano desde el cual se podían ver, "sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos". Un sueño descabellado, cuya simultaneidad resulta imposible aprender a nuestras mentes temporales. Cierto, otra jugarreta del escritor argentino que, sin embargo, en contadas ocasiones deja la incómoda sensación de ser real.

Justamente, Sobre el olvidado siglo XX (Taurus, 2008), libro del fallecido historiador británico Tony Judt, constituye una especie de Aleph del turbulento siglo que acabamos de abandonar, una visión holista que pretende enseñarnos múltiples perspectivas de un mismo período. Se trata de un compilado de ensayos y reseñas que el autor de Postguerra escribió entre 1994 y 2006 para prestigiosos periódicos, como el The New York Review of Books o The New Republic. Artículos que, junto con reflejar la última década de producción de un intelectual de trayectoria impecable, constituyen un aliciente para criticar e incomodarnos con nuestro presente.

Abordando una variedad de temas y lugares, estos ensayos surgen desde una mirada escéptica, un tono o motivo básico común: "Pienso que, en las décadas venideras, la media generación que transcurre entre la caída del comunismo en 1989-1991 y la catastrófica ocupación estadounidense de Irak nos parecerá un tiempo desperdiciado: una década y media de oportunidades malgastadas e incompetencia política".