El tipo es extrañamente solitario. Vive en algún lugar en medio del desierto de Nuevo México y no da entrevistas. Hasta hace poco sus fotos eran escasas, todas de otra época. Años 60 quizás. Candidato al Nobel de Literatura, Cormac McCarthy ha establecido una relación fecunda con el cine. Tres de sus libros han visto la pantalla grande -dos de ellos, No es país para viejos y La carretera, con gran éxito- y ahora su segunda obra de teatro, The Sunset Limited (2011), es llevada al cine bajo la dirección de Tommy Lee Jones, con el guión del propio escritor.
En sus novelas habla de desolación, de paisajes vacíos y personajes decadentes; de tipos rudos que parecieran estar más allá del bien y del mal. Siempre reserva, en estos páramos de polvos y nadas, una cierta grandeza a sus protagonistas, una solvencia moral que contrasta con los lugares que habitan. Sin embargo, en The Sunset Limited estos parámetros parecen diluirse. La amplitud de los paisajes de la adaptación de los hermanos Coen en No hay lugar para los débiles es reemplazada por un cuchitril ruinoso enclavado en algún lugar de Harlem, en la calle 155 con la Octava Avenida.
La cinta discurre entre cuatro paredes. Un diálogo a puerta cerrada. Nada más. Dos individuos, Mr. White (Tommy Lee Jones) y Mr. Black (Samuel L. Jackson). El primero, un académico suicida; el segundo, un buen cristiano que impidió que el implacable acero del metro de Nueva York devorara al desesperado nihilista. Sitiados en su departamento, Black, Biblia en mano, intenta convencer a White de las bondades de Dios y de la felicidad de existir. "¿Por qué está haciendo esto?, pregunta el contrariado profesor, -¿Yo? ¡No tengo elección! -Claro que tiene elección. -No, no la tengo. -¿Quién lo designó mi ángel guardián? -Sabe quién me designó".
Tal como indican los nombres de los personajes, la antítesis es absoluta. En una discusión chispeante, llena de matices y ambivalencias, las posturas de ambos luchan por imponerse y abrir la puerta del departamento que, remachada de cerrojos y candados, los separa de ese otro mundo, el caótico exterior que se intuye a través de un inquietante ruido de fondo, maridaje de crujidos, gritos y murmullos. Y justo cuando tenemos la sensación de que la puerta se va a mantener cerrada, cuando los argumentos de Black parecieran imponerse, el razonamiento nihilista de White cae de forma implacable sobre su atónito contrincante. La salmodia de Dios y demases retrocede despavorida ante el absurdo y sin sentido del profesor.
Así, la película nos lleva a un diálogo límite que, oscilando entre dos extremos, cada cuál más desquiciado, plantea sin decirlo cuestiones éticas fundamentales que atañen a aquellos que no están ni en las iluminadas sacralidades del buen cristiano ni en las nubes sombrías de un nihilista suicida.
Cierto, las alternativas, de tan extremas, resultan un tanto frustrantes. Pero entre ambas, en el abismo que se abre entre Mr. Black y Mr. White, la apuesta de Lee Jones y McCarthy da con un hueso duro de roer. Y es que a diferencia de The Road, donde McCarthy antepone a su apocalíptico mundo el amor fraternal y el anhelo de supervivencia de un padre con su hijo -la invención de sentido en un sinsentido radical-, en The Sunset Limited el asunto queda abierto, como si quisiera interpelarnos directamente: ¿qué prefiere? ¿El antiguo discurso del Dios bondadoso, bíblico, el absurdo autodestructivo de un profesor hastiado, o el mar de incertidumbres que se abre entre estos? Usted decide.
1 comentario:
Parece interesante la película. Buena reseña.
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