Así parece que las llamaba Jorge Luis Borges a las islas en disputa (vid. su "Milonga del muerto"). Se evitaba de ese modo decirlas en inglés o en español. ¿Licencia poética la suya o cuestión ésa de mapas, mapas de los que a Borges le gustaba un poco mofarse?
En inglés o en castellano, la burla, le daba igual. Bilingüe desde su infancia "aprenderá a leer en inglés antes que en castellano por influencia de su abuela materna de origen inglés", cuenta Emir Rodríguez Monegal. Su madre le decía "Georgie" y, de hecho, se sentía un poco inglés, y no por presunción; era un hombre sumamente humilde. En vísperas de recibir un Doctorado Honoris Causa de Oxford, le responde a la BBC: "Yo estuve una vez en Oxford, creo que pasé una noche allí, hará bastantes años, pero, de algún modo, puedo decir que siempre estuve en Oxford, y con más certidumbre, que siempre estuve en Inglaterra, no sólo por alguna sangre inglesa que tengo, sino porque casi todo lo que yo he leído, lo he leído en inglés". Además sus amigos le decían que escribía como en inglés: "Algo espontánea y no deliberadamente inglés, en mi manera de escribir en español".
Claro que las ocurrencias no terminan aquí. También decía que había sido concebido en Paysandú, Uruguay. "No puedo precisar si mis primeros recuerdos se remontan a la orilla oriental u occidental del turbio y lento Río de la Plata". Igual que el tango. Sí, el tango. "El tango nació de los compadritos que habitaban los suburbios de las ciudades del Río de la Plata, probablemente en la orilla oriental", Borges dixit. Y para que no quedaran dudas, ante las tachas por ser extranjerizante, responde: "Olvidadizo de que ya lo era, quise también ser argentino". Claro que argentino enterrado en Ginebra.
Pero entonces, en qué quedamos, ¿era o no argentino, él y el tango? Por supuesto, pero eso no nos lleva muy lejos. La historia es siempre más compleja que la geografía, los mapas y los nacionalismos.
Se creó el virreinato de La Plata para justamente evitar las pretensiones de dominio inglesas en alianza con Portugal-Brasil. A su vez, los criollos, no los españoles, liderados por un francés, logran parar al invasor inglés en 1806 y 1807. Sin embargo, lo paran hasta por ahí no más. Si hasta el más gaucho de sus hombres fuertes, Juan Manuel de Rosas, exiliado durante sus 25 últimos años en Southampton, "parecía un gentleman de campo inglés, con benévolo semblante y maneras muy educadas", diría Sir Woodbine Parish. Más joven, y cercano a nuestros días, se le habría encontrado jugando polo. Hacia 1914 Argentina era sólo comparable a Australia y Canadá en cuanto a inversiones británicas. Hasta 1944 los argentinos conducirían por la izquierda al igual que los trenes y subtes British made, of course.
Concuerdo con H. S. Ferns, el autor de Britain and Argentina in The Nineteenth Century (1960), la mejor historia al respecto. La disputa sobre las islas "no es lo bastante importante para resolverla, ni lo bastante carente de importancia para olvidarla". En una de éstas descubrirán antes que algún vikingo, marino fidjí o chino tiene precedencia. Para el comentario anterior, remítase al índice y página bajo la voz "Falklands" en la versión inglesa del libro; bajo "Malvinas" en la traducción porteña.
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